En Galicia, “el país de las aguas” se encuentra Catoira. Este pequeño municipio, con cerca de 3.500 habitantes, se sitúa en un enclave privilegiado: en la desembocadura del rio Ulla, al fondo de la Ría de Arousa, conectando las comarcas de Caldas, O Salnés y O Barbanza.
Esta situación, junto con un clima suave y fértiles tierras, fueron convincentes razones para que se instalaran poblaciones estables desde muy antiguo. Así lo atestiguan, por ejemplo, vestigios de un poblado de la Edad de Hierro (S. I al II a. C.) en el lugar de Oeste, a las orillas del Ulla, que años más tarde la Pax de Augusto transformó en puerto comercial y defensivo.
El carácter defensivo de este estratégico lugar, convirtió a Catoira en bastión defensivo de Compostela. Aquí se levantan las Torres de Oeste, que sirvieron a Galicia de escudo contra los ataques vikingos y sarracenos, desde comienzos de la Edad Media hasta el reinado de los Reyes Católicos.
Hoy en día, esta historia ha convertido a Catoira en uno de los pueblos gallegos más conocidos internacionalmente a través de la Romería Vikinga, fiesta declarada de Interés Turístico Internacional, que rememora desde hace 60 años los ataques vikingos a Galicia y la defensa de nuestras costas.
La húmeda espesura de los bosques de Catoira guarda como un tesoro las aguas termales y mineromedicinales que durante la primera mitad del siglo 20 alimentaron un Balneario y una fábrica de jabones y que hoy esperan su explotación medicinal y turística.