El balneario y la planta de embotellado se acomodaron en la orilla izquierda del río Búbal, a unos tres kilómetros del centro de Vilaza, en el ayuntamiento de Monterrei.
El lugar, conocido como Fonte do Baño, donde brotan sus aguas mineromedicinales con propiedades, ya conocidas de antaño por la población local, para el tratamiento de problemas del sistema urinario y digestivo. El aprovechamiento comercial, bajo el nombre Aguas de Villaza por la sociedad mercantil Hijos de Jacinto Becerra, comenzaría a principio del año 1.900 y su agua envasada llega a obtener varias medallas de Oro, de reconocimiento a su calidad, en diferentes países.
Se construye un edificio de cantería contiguo al manantial. Constaba de tres plantas; planta baja con duchas, cuartos de baño, salón de embotellado, cocina, comedor y salón de lectura; primer piso con hasta una veintena de habitaciones; segundo piso con cuartos, más económicos, con capacidad para treinta personas.
Con los avances de la medicina, la industria balnearia fue perdiendo atractivo de la década de 1930 en adelante, aunque la actividad de embotellado de aguas mineromedicinales continuaría con relativo éxito. Por ello, tanto la embotelladora como el balneario cerraron sus puertas a comienzos de la década de 1960.
El conjunto formado por el balneario y la embotelladora caerían en el olvido. Se conservan elementos singulares como las tres fuentes, las escaleras de piedra que dan acceso al río Búbal y el empedrado de camino al lado del paseo de centenarios cipreses.
Lugar mágico para visitar, observar las antiguas construcciones, probar sus aguas mineromedicinales y caminar a las orillas del río Búbal disfrutando de la naturaleza que nos ofrece el entorno.